Donde la mente habita
Delimitar, acotar, construir. Arquitectura esencial, sin función. Planos, trazados y estructuras dan forma a espacios imaginarios, abstractos y mentales que plantean un interrogante: ¿Habitamos tan solo los espacios que ocupamos o también aquellos que pensamos? ¿Sólo con el cuerpo o también con la mente?
Distintos lenguajes articulan esta propuesta.
En las esculturas, una serie de planos opacos, translúcidos o especulares, se suceden simultáneamente generando un conflicto entre interior y exterior que confunde nuestra percepción y dificulta la lectura de la pieza. El campo escultórico es aprehendido de forma temporal, transitando la obra, el cuerpo es nuestro instrumento. Al recorrerla, habitándola, obtenemos una lectura y una interpretación de la pieza que ni la visión cenital, ni la de cualquiera de sus lados, nos proporciona. De la planta no puede deducirse el alzado.
Una fotografía abre el juego de relaciones entre espacio real y espacio mental al introducir un elemento capital en el discurso; el hombre. Este individuo, ajeno e impersonal, activa la relación entre ser y espacio y, junto con el espectador, da sentido a lo planteado.
Las pinturas establecen un diálogo entre espacio real y espacio mental, entre concepto y experiencia. Son obras que, sin renunciar a su esencia pictórica, se revelan como planos o estructuras que entran en relación directa con las esculturas que las rodean.
Una gran pintura mural, en la sala contigua, cierra la exposición abriendo un nuevo espacio imaginario.